Alguien (o algo) se ha infiltrado en el convento de San Jerónimo. Monjas y esclavas por igual aparecen sacrificadas en el altar, a la usanza de los sangrientos rituales precolombinos. Todas las hermanas se culpan entre sí. Todas tienen algo que ocultar. Muchas, incluso, le achacan las muertes a posesiones demoniacas. Éste es el panorama que se encuentra Alina, joven novicia, al tomar los hábitos. Junto con Matea, su fiel doncella indígena, se ve forzada a unir fuerzas con la excéntrica Juana Inés de la Cruz, y entre rezos, guisos, cantos y poesía inoportuna, tratarán de esclarecer la terrible verdad detrás los asesinatos. Lo que ellas ignoran es que las muertes ya han llegado a oídos del Santo Oficio, y los inquisidores ya planean visitar el convento para extirpar el mal de raíz.
Don Carlos Siguenza y Góngora ha desaparecido.
El único rastro del genial poeta y astrónomo es su sombrero ensangrentado, abandonado en los pasillos de Palacio durante el cumpleaños de la virreina. Todo esto ocurre bajo la luz de un cometa que ha causado pavor a lo largo y ancho de Nueva España.
Sor Juana Inés de la Cruz, íntima amiga de Don Carlos, decide investigar en cuanto recibe la noticia. Sólo encontrando a Góngora podrá al fin expiar las culpas secretas de su pasado. Ayudada por la joven novicia Alina (de cuyo hermano también se sospecha que ha desaparecido), y por Matea, su doncella indígena, las pesquisas pronto atraerán miradas muy peligrosas, amenazas escritas en sangre y enemigos muy poderosos. La vida en el convento de San Jerónimo nunca será igual.
El pánico llega a los teatros de Londres. Tras la última representación de Macbeth se escucha el supuesto aullido de una banshee: el ánima de la mitología celta que viene a anunciar la muerte de alguien. ¿Pero de quién?
Los augurios se repiten cuando la obra parte de gira a Escocia, y el nervioso administrador de la compañía teatral (un tal Bram Stoker) tiene que recurrir a las celebridades de la policía local: los inspectores Ian Frey y Adolphus “Nueve Uñas” McGray.
Frey está convencido de que los augurios no son más que un descarado truco publicitario, mientras que Nueve Uñas teme la presencia de entes oscuros.
La investigación los llevará a elucidar los peores secretos de más de una celebridad: Ellen Terry, Henry Irving, Lewis Carroll, Oscar Wilde… Todos tienen motivos para asesinar… o ser asesinados.
Sólo algo es seguro: ya sea por intervención humana o sobrenatural, la muerte se hará presente en cuanto se levante el telón.
Año Nuevo, 1889. Un paciente escapa del manicomio de Edimburgo mientras una enfermera yace moribunda. El
detective (y leyenda local) Nueve Uñas McGray, y el inspector londinense en exilio Ian Frey son elegidos
para liderar la cacería del culpable.
Antes del asesinato, al sopechoso se le escuchó intercambiando murmullos con otra paciente – una
muchacha que no había pronunciado palabra en años.
¿Qué la hizo romper su silencio? ¿Y por qué no habla de nuevo? ¿Podrán ser ciertos los rumores
de que hay magia negra involucrada?
Frey y McGray siguen los pasos del astuto psicópata mucho más allá de la línea del deber, bajo
la peor tormenta de nieve de que se tenga memoria, hasta las faldas de Pendle Hill – hogar de las
legendarias brujas de Lancashire, ejecutadas hace siglos – donde los esperan peligros inimaginables…
El primer caso para Frey y McGray.
1888. Un violinista es brutalmente asesinado en su casa de Edimburgo.
No había entrada ni salida del cuarto. Se encuentran símbolos satánicos en el piso. El ama de
llaves de la víctima jura haber escuchado a tres músicos tocando allí antes del crimen. Y todos los
sospechosos hablan de un violín supuestamente tocado por el mismo diablo. Las circunstancias de la
muerte sugieren también la presencia de un imitador de Jack el Destripador. Temiendo una oleada de
pánico, la policía escocesa envía a los inspectores Ian Frey y Adolphus "Nueve-Uñas" McGray, quienes con
sus personalidades diametralmente opuestas deberán resolver un caso que desafía la cordura.